Porque hasta ahora cada conductor ha decidido la velocidad a la que iba con su coche. Eso sí, teóricamente teniendo en cuenta los límites establecidos por la legislación vigente o por la señalización de un sitio en concreto. Pero en el fondo, la decisión era totalmente personal e individual. Con todo lo que ello supone.
Pero el mes pasado la Unión Europea aprobó una directiva para que, a partir de 2022, todos los automóviles que se vendan a partir de 2022 lleven sistemas de limitación de velocidad. ¿Se acabó entonces el que cada conductor decida en cada momento? ¿Y si hay que saltarse el límite en un momento para evitar un accidente? ¿Quién tendrá los datos nuestra conducción y para qué se usarán? ¿Otro caso más del eterno dilema seguridad vs libertad?
Porque este cambio de paradigma tiene muchas ventajas pero también innumerables inconvenientes, algunos de ellos que todavía no somos capaces de imaginar. Pues si estas líneas os han hecho pensar un poco y queréis saber más sobre el tema, os dejo el artículo de Enrique Dans donde lo desarrolla mejor que yo (y que hizo que yo me pusiera a darle vueltas a la cuestión). Lo tenéis aquí.
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